Echarle más leña al fuego: Exámenes de promoción docente


Por Oscar Isaac Corral Arias


Existe una frase popular que dice “echarle más leña al fuego”, que se emplea para referirse al crecimiento o agudización de una situación problemática.  Precisamente esa frase describe muy bien el momento que pasa el magisterio a la luz de los resultados de la primera evaluación nacional para la promoción de funciones de dirección, asesoría técnica pedagógica, supervisión o jefes de sector de educación básica. La cifra de 46.8% que representan a 18, 872 maestros que obtuvieron una calificación de “NO IDÓNEA” en el examen de promoción resulta para los medios de comunicación como el  ocote al fuego.

Desde la modificación constitucional que se deriva de la reforma educativa propuesta por el actual gobierno, la evaluación ha sido la preocupación central de la política educativa, he incluso, algunos  especialistas como Heredia la definen como “el corazón de la reforma educativa”. Esto ha tenido diversas implicaciones en diferentes sectores de la población, desde maestros, sociedad y empresarios.

 Las acciones por emprender una mejora en los servicios educativos propuestos por el gobierno federal empiezan con una fuerte crítica del propio estado en referencia a los maestros. Estas acciones ponen en el centro del debate al magisterio, concepto muchas veces confundido con el de sindicato. Los medios de comunicación hacen su trabajo parcialmente, comunicando las propuestas del gobierno y haciendo ver a los maestros inconformes como seres detestables, repulsivos y revoltosos. Un sector amplio de la sociedad por su parte consume esta información y se une a un linchamiento mediático sobre el profesorado.

Los resultados de la evaluación para la promoción de las diversas funciones de educación básica, refuerza y apoya la idea de que el problema educativo son los maestros. Una idea que deja de lado un análisis completo y complejo de la naturaleza de la educación. El abordaje que se hace bajo esa premisa es que el gobierno ha perdido “la rectoría” de la educación a causa de los pactos de control corporativo que ha tenido con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).También refuerza la idea por parte de los docentes que se oponen a la evaluación, como medio de represión laboral y punitiva.

 El panorama actual tiene tonos de incertidumbre total. Expresiones desconcertadas, reflexiones y juicios laxos. Responsabilidades atribuidas de forma necia.  Entre tanto, vale aclarar que tratar de tomar una decisión o explicar una situación a partir de una sola variable o un solo factor, es casi lo mismo que estar equivocado o querer desconocer la realidad. Ésta, la realidad o las realidades, se presentan complejas. Daré un de ejemplo.

Situación

La evaluación para la promoción del personal docente a partir de examenes. Muchos celebran que por fin existan mecanismos de selección en base a un mérito académico y premien a quienes resulten con las calificaciones más altas.  Por otro lado, existen amplios sectores del magisterio que se oponen abiertamente a las evaluaciones por considerarlas incompletas, “antipedagógicas” o como medio de castigo.

Ahora bien, ambas percepciones sobre una misma situación parecen opuestas sin embargo, cada una guarda ciertos grados de certeza. Aunque contradictorias, se complementan. La evaluación docente para lograr una “plaza” (¿contrato?) de director, asesor técnico o bien, supervisor, representa un logro para la educación nacional. La meritocracia por encima del “compadrazgo” es un rasgo fundamental en el proyecto por mejorar la educación. No obstante, cuando el análisis es detallado y se pone atención a lo que los especialistas en la materia argumentan y los profesores expresan, los mecanismos para que esto se lleve a cabo, en muchos de los casos, suelen ser importantes, pero también son insuficientes e incompletos. En el caso de la primera evaluación citada anteriormente, ésta se llevó a cabo mediante un examen estandarizado de opción múltiple que muestra diferentes cuestiones alusivas a situaciones educativas problemáticas. El mecanismo para tratar de distinguir qué maestros son mejores y quiénes no tienen suficiente capacidad para asumir otro puesto, se queda en un buen intento aunque insuficiente. El proceso de evaluación debe incorporar otros instrumentos además de exámenes estandarizados, deben existir entrevistas personales, observación de la práctica y la revisión de la formación del docente, es decir, su preparación profesional previa. Esto último nos serviría para estar más cerca de detectar a los profesores que tienen capacidad y valorarlos mejor, quizás también contribuiría a que el porcentaje de docentes “reprobados” se redujera.

Lo importante después de la publicación de los resultados, más que servir de insumo para encender el fuego mediático contra los docentes y su aparente “falta de preparación”, es abrir un debate sobre las causas y consecuencias de los bajos resultados a partir de los instrumentos elaborados y aplicados como único mecanismo para promocionarse. Situar todas las energías en acusar al magisterio como el principal responsable del profundo rezago educativo que se vive en el país, es igual de testarudo como decir que todas las reformas educativas junto con las evaluaciones son una amenazada para la educación. Sea cual fuere la posición que se tome, debe tomarse en cuenta la complejidad de ello, evitar posturas maniqueas, si no, únicamente el debate servirá para seguir echando leña al fuego.



email: oica13@gmail.com 


Comentarios

Entradas populares de este blog

La monotonía un problema común en un salón de clases

La comida chatarra en la escuela

Influencia del medio social en la escuela, hablemos en valores