La comida chatarra en la escuela

Por Oscar Isaac Corral Arias


Hay un tema por demás delicado que involucra a miles de escuelas en nuestro país, desde la más alejada en las serranías hasta la más céntrica en la gran ciudad, es la alimentación. 

La acción cotidiana de alimentarnos quizá haga que nuestra atención sobre lo que comemos no sea la adecuada, que no reflexionemos cómo debemos alimentarnos en especial las niñas y niños que a diario asisten a clases. 

México está claramente enmarcado como uno de los países con mayores problemas alimenticios entre su población. Existen alrededor de 500 millones de obesos en el mundo en donde la mayor parte son mexicanos (www.proceso.com.mx/, 2013), además nuestra nación se disputa la primera posición en problemas de obesidad infantil con Estados Unidos.

Esto no debe tomarse a la ligera, pues la cantidad de personas que padecen esta enfermedad la sitúa como una de las más frecuentes, es decir, hablar de personas con éstos problemas es hablar de un hermano, papá, primo, vecino, compañero o alguien conocido que la padece.

Respecto al ámbito escolar, las autoridades han tomado diversas medidas para atajar el problema entre los alumnos. Recordemos aquella modificación legislativa en 2010 donde se prohibió la venta de comida chatarra así como la publicidad de alimentos poco nutritivos. Fue un intento por normar la alimentación que se da en todas las escuelas del país, sin embargo el problema de la mala alimentación es mucho más complejo y dejó ver que no iba a terminar a partir de un decreto.

 Quizá existan muchos niños obesos en las escuelas, pero creo que el número de niños que  tienen malos hábitos alimenticios pudiera duplicar la cantidad de niños obesos. Hay que hacer una clara diferenciación entre lo que es un niño con problemas de sobre peso y un niño que no se alimenta adecuadamente, pues esto último resulta común en gran parte de la escuelas.

Considero que cuando hablamos de alimentación, detrás hay una cultura que se mira influenciada por diversos factores. Éstos van desde los geográficos, económicos y comerciales, desde luego intervienen muchos más, no obstante encuentro estos como los más notables.

La escuela primaria está inserta dentro de la sociedad, por ende, querer modificar un el hábito de la alimentación desde la primaria implica acciones que puedan ir en contra de prácticas comunes de quienes asisten a ellas. Las niñas y niños por ejemplo se alimentan de una determinada forma, y ésta es llevada hacia dentro de las escuelas. Las comidas chatarras altas en azucares y grasas son de las preferidas por los infantes, dentro de la escuela, esos alimentos le ganan terreno a los más saludables como son frutas, verduras y aguas frescas.

En ciertas ocasiones la escuela es cómplice de ello, pues las cooperativas ofrecen gran variedad de comida chatarra sin pensar en la buena alimentación, sino más bien en las ganancias que reditúan. Los efectos de esta mala alimentación son visibles, basta con hacer una revisión bucal entre el alumnado para notar el daño que se han provocado por ingerir gran cantidades de azúcares y no tener la limpieza bucal adecuada, asimismo preguntar la cantidad de veces que tienen dolores estomacales o padecen gastritis.

Estos problemas más que mermar la educación que reciben las niñas y niños, merman su calidad de vida. En el caso de la escuela primaria creo que debe hacer lo propio y tomarse con mesura, pues a pesar de que dentro de ella se prohíba la venta y consumo de alimento chatarra lo que verdaderamente hace falta es un esfuerzo que involucre a los padres, a la comunidad y a las autoridades. ¿De qué sirve prohibir la compra de frituras con salsa en la escuela si el tendero de la esquina espera ansioso la hora de salida?

El esfuerzo que debe hacerse es mayúsculo, y se debe empezar por poner el ejemplo en casa y en la escuela. Más que tener dibujado y pegado en la pared el plato del bien comer  se podrían organizar jornadas en donde los padres asistan con sus hijos a la escuela para preparar platillos basados en ingredientes locales y que resulten saludables. De la misma forma se debe dar la eliminación de alimentos chatarra dentro de la escuela pues ésta es la encargada de predicar con el ejemplo, las cooperativas deben vender alimentos que contribuyan a una alimentación saludable de los niños.

Para mejorar la alimentación no hay fórmulas mágicas, son medidas que todos conocemos, sin embargo hace falta poner en práctica lo que sabemos, pues los niños hoy día son asediados con más y más comerciales de diferentes productos con mucha azúcar o súper picantes. Desde luego, la ingesta de estos alimentos no se pretende eliminar, pero si lograr una moderación entre el abuso y el gusto.

Para alimentarnos también hay educación y eso, es algo más de lo que adolecemos los mexicanos. Nuestra escuela debe hacer lo propio a la par de los padres de familia, debemos cuidar la alimentación para cuidar lo más preciado que tenemos, la salud.

Bibliografía

PROCESO. (4 de Junio de 2013). www.proceso.com.mx/. Recuperado el 2013 de Junio de 23, de http://www.proceso.com.mx/?p=343934



Publicado en Reflexión educativa

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