Programa de Escuelas de Tiempo Completo: ¿gasto o inversión?
Por Oscar Isaac Corral Arias
El estado actual de la economía de nuestro país no pinta bien. Se ha
recortado el presupuesto de varias dependencias, incluida la Secretaría de
Educación Pública. Por ello, malgastar los recursos financieros es un lujo que
como nación no nos podemos dar.
La SEP es un sistema enorme, atiende a poco menos de 26 millones[1]
de alumnos en el nivel básico, además, es la dependencia a la que se destina la
mayor parte del presupuesto. Por ello, es fundamental analizar si esos recursos
representan un gasto o bien, una inversión.
Uno de los programas que
precisamente tiene una alta demanda para su ejecución es el de Escuelas de
Tiempo Completo (PETC). Responde a varias necesidades, algunas están más apegadas
a una agenda de políticas públicas desde el marco internacional que a las
exigencias propias de los contextos donde las escuelas se ubican.
En términos generales, el programa
de PETC se caracteriza por extender la jornada, de 900 horas anuales a 1400;
además de impulsar el inglés como segunda lengua incrementando las horas de
enseñanza de 2.5 a 5 horas semanales. Asimismo, se plantea la urgencia de poner en práctica diversas formas de trabajo didáctico
(SEP, 2011). El programa contempla el
servicio de alimentación, mismo al que se destina una cantidad de recursos para
la adaptación, rehabilitación o bien, construcción de una cocina y comedor.
Ahora bien, dada la cantidad de
recursos financieros que se otorgan a esas escuelas la pregunta saltan algunas
interrogantes como ¿qué relación hay entre las escuelas que están en el PETC
con el aumento de su calidad educativa? ¿Cuáles son las ventajas y los
problemas del PETC después de diez años de su implementación? ¿Cumple el PETC
con su propósito?
Este breve texto no encierra las
respuestas a las preguntas anteriores, sobre todo porque responder a dichas
interrogantes implica una serie de estudios e investigaciones de las cuales el
programa carece. La atención se ha centrado en más bien en calcular las
transferencias financieras a los estados para que éstos incorporen cada vez más
escuelas al PETC.
No obstante, la experiencia empírica
acumulada en escuelas donde se implementa el PETC nos ayude a tener un panorama
del desempeño que este tiene y si representa un gasto o bien, una inversión, no
solo de recursos financieros, sino también humanos y de tiempo.
Hay razones para entender que el
PETC no ha cumplido con su fin último es cual es aumentar la calidad de la
educación. Esta idea no puede ser
apoyada únicamente si nos enfocamos a la asignación de recursos financieros
para las escuelas. En su lugar, es más consistente cuando incorporamos otros
rasgos que tienen que ver con el ámbito pedagógico.
Las Líneas de Trabajo
Se parte de una premisa engañosa: a
mayor tiempo en la escuela, mejor calidad educativa. Al implementarse el
programa se acompañó con una propuesta pedagógica a nivel nacional sobre cómo
trabajar el tiempo adicional con las denominadas Líneas de Trabajo (LT), destacando
que su abordaje debe ser lúdico y práctico. Se dividen en leer y escribir, leer y escribir en lengua indígena, expresar y crear
con arte, aprender a convivir, vivir saludablemente, aprender con TIC y jugar
con números y algo más (SEP, 2015).
Para implementar las LT se
imprimieron diversos ficheros y manuales de orientación pedagógica, así como
capacitaciones que ofrecen las Autoridades Educativas Locales (AEL). Todos
ellos con una influencia modesta en las prácticas pedagógicas, lejos de
transformaciones significativas.
El método de proyectos y la
Caracterización Cultural de la Comunidad
No podemos señalar que así sea en
todos los casos, pero en la mayoría se observa una continuidad en las prácticas
pedagógicas previas a la implementación del PETC. En el caso del estado de Sinaloa, la Secretaría de Educación Pública y Cultura (SEPyC, órgano
descentralizado de la SEP) se adoptó una propuesta de intervención específica
para las escuelas incorporadas al PETC. Se optó por el método de proyectos,
incorporando a su vez la Caracterización Cultural de la Comunidad (CCC).
La CCC es un conjunto de técnicas para vincular a la comunidad con los
procesos de enseñanza-aprendizaje que se viven en los centros escolares. Al igual que las LT, la propuesta del método
por proyectos con la CCC, ha sido acompañada de la impresión de diversos
materiales para orientación pedagógica, capacitaciones y talleres, pero a
diferencia de las LT, el método por proyectos ha sido objeto de una
capacitación muy intensa en todas las zonas escolares.
La CCC y el método por proyectos son
propuestas pensadas en transformar la práctica educativa del docente y, por
consiguiente, las experiencias de aprendizaje de los alumnos. Pero la propuesta
es más fácil de leerse que de desarrollarse y obtener resultados académicos
significativos, que son el propósito del PETC.
En una propuesta como la anterior,
la formación y capacitación docente es fundamental. Sin embargo, la experiencia
cotidiana de los docentes en los talleres y las capacitaciones para efectos de aprender a desarrollar el método en el
aula dan cuenta de los magros resultados obtenidos. En dichos espacios de formación se dan a
conocer y se ponen en práctica, los pasos para poner en práctica la CCC. Se
realizan juegos, dramatizaciones, cantos, bailes y demás. Asimismo, se propone
el empleo de un formato de planeación didáctica muy específico al que se le
denomina Carta Descriptiva (CD).
Planificar con la CD ha tenido inconvenientes. Para una parte importante de
los docentes frente a grupo representa mayor esfuerzo y tiempo en su
organización. Planear con base en la CD
exige relacionar un currículo para el cual no está pensado el método de
proyectos, lo mismo con los diversos materiales impresos como libros de textos
y ficheros. Esto no significa que no se puedan incorporar, pero realizar esa
conexión es un ejercicio de suma creatividad.
En cuanto a las capacitaciones, la
metodología que se emplea es la de cascada o pirámide, teniendo como desventaja
la eventual degradación de lo sustantivo en cada nivel que “baja la
información”. En términos generales, dichas capacitaciones no cumplen con las
expectativas de los docentes y las orientaciones resultan muy genéricas.
La evaluación
Una problemática que ha enfrentado la implementación del método por
proyectos y la CCC es la evaluación. Ello constituye una preocupación
permanente para los docentes que desarrollan la propuesta didáctica. A pesar de que se sabe que la evaluación en
la escuela no se limita a un examen, su uso para valorar los progresos o bien,
el nivel académico de la escuela es amplio.
Tanto los exámenes internos, como bimestrales o bien, externos: muestras académicas,
olimpiada del conocimiento, PLANEA, entre otros, son instrumentos que se
emplean para estimar el desempeño de los docentes y la escuela. Cabe mencionar
que éstos evalúan conocimientos, situación que se contrapone al trabajo por
proyectos porque éste pone en juego competencias. De modo tal, que dichos instrumentos empleados son inadecuados para
valorar competencias o bien, se quedan cortos.
Otra preocupación para los docentes
es que el desarrollo de la CCC los sitúa en la necesidad de valorar qué
aprendizajes se relacionan con el proyecto y cuáles no. Por tanto, los que se
encuentran en la segunda condición se plantean en otros momentos y de otras
formas, no siempre por proyecto. Ese ir y
venir de aprendizajes que sí y que no encajan en el proyecto resulta poco
conveniente para los docentes. En general, suelen considerar que el trabajo, visto
así, poco favorece en los exámenes internos y externos que se aplican al centro
escolar.
Inversión y no gasto
Lo anterior no busca señalar que la propuesta de trabajo tan específica del
PETC en Sinaloa no esté sustentada en rasgos deseables para construir aprendizajes,
según señala la literatura al respecto. Pero lo que si se pretende es
reflexionar si dicha propuesta brinda resultados académicos que la justifiquen,
o bien, si eleva de otra forma y por otros medios la calidad de la educación.
Todo parece indicar que pese a las
propuestas de innovación pedagógica en los centros escolares que cuentan con el
PETC, como lo es el caso de Sinaloa, no representan una transformación decisiva
en la mejora de la calidad de la educación. Al contrario, muchas escuelas de
tiempo completo están por debajo de los niveles de aprovechamiento de escuelas
de medio turno.
La inversión de recursos financieros, esfuerzos y tiempo en los centros
escolares debe pasar, necesariamente, por estudios de planeación rigurosos que la
respalden. La experiencia nos ha dejado lecciones como la implementación del
PETC en escuelas donde se fusionan dos turnos y las condiciones de los estudiantes
son de hacinamiento, sin sillas o mesas, o bien, sin espacios para instalar la
cocina o comedor, que son elementos sustantivos de esta modalidad.
Asimismo, las propuestas pedagógicas
como la experiencia vivida en escuelas del estado de Sinaloa, nos obligan a
repensar las condiciones en que estas innovaciones se ponen en práctica. Implantar
mejoras sin considerar los principales factores que intervienen en la práctica
educativa de los docentes constituye un camino hacia una intervención
incoherente.
La clave para evitar el gasto que ha
significado el PETC está en la adopción de un enfoque basado en la planeación y
el desarrollo estratégico de políticas educativas. La necesidad de contar con
investigaciones y estudios que respalden la toma de decisiones en el ámbito
educativo marca la diferencia entre el gasto o la inversión y, desde luego; el
PETC, el método por proyectos y la CCC
han adolecido de esto.
correo: oica13@gmail.com
[1] SEP,
Cuarto Informe de Labores 2015-2016 En: http://www.planeacion.sep.gob.mx/Doc/informes/labores/2012_2018/4to_informe_de_labores.pdf
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