Sí a las plazas automáticas para egresados normalistas
Por Oscar Isaac Corral Arias
Con el retorno del PRI al gobierno y con él sus mecanismos para lograr consensos, algunos de ellos muy cuestionables (véase el caso de Rosario Robles en Veracruz y su equipo de SEDESOL), se ha ido cociendo una reforma educativa con tintes más administrativos que pedagógicos.
Desde
que se dio a conocer que el presidente traía en su agenda la reforma educativa,
esta ha ido avanzando poco a poco. Primero pasó rápidamente por el Congreso de
la Unión, luego pasó a ser constitucional por la aprobación de más de la mitad
de los congresos locales en cada estado, ahora está pendiente la definición de
la ley secundaria así como la Ley General de educación. En todo este trayecto, el Sindicato Nacional
de Trabajadores del Estado (SNTE) mostró una postura irreconciliable con los
cambios propuestos desde el poder ejecutivo, tanto así, que le valió la imputación
de varios delitos a la ex líder del SNTE, Elba Esther Gordillo.
Los
sindicatos federales en todo el país salieron a las calles, hicieron sus
jornadas por la defensa de la educación pública, repartieron volantes, gritaron
no a la privatización, si a la evaluación, entre otras cosas hasta que cayó la líder.
Ahora el profesor Juan Díaz de la Torre nuevo líder del SNTE cambió
radicalmente el discurso al avalar la reforma educativa completamente[1].
Con esto, la mayor parte de los profesores
afiliados al SNTE quedó a merced de los cambios que se dispongan
constitucionalmente excepto una fracción disidente de profesores: la CNTE. Estos maestros que mantienen diversas
acciones de presión en los estados de Michoacán, Oaxaca y Guerrero aún están
luchando por evitar los cambios que ya están marcados en la Constitución, uno
de ellos es que las plazas sean otorgadas con base en méritos y no heredadas, vendidas
o cualquier otra forma de lucrar con ellas.
Existe dentro de esta disidencia un grupo estudiantil de normalistas de
Morelos, quienes están en pie de lucha por mantener el privilegio de obtener
una plaza en automático con el solo hecho de cursar los cuatro de formación
inicial.
Su movimiento es claro, contundente y tajante:
quieren mantener el status quo. Salvo el movimiento del año pasado en
donde alegaban que la reforma a normales no preservaba los valores culturales
de la región por enseñar inglés en lugar de lengua, este movimiento es de ellos y para ellos nada más. Quieren plazas
automáticas al egreso y si hay necesidad de faltar a clases, plantarse en vías
públicas, bloquear carreteras, robar e incluso golpear; lo harán.
Ahora bien, si estamos en la idea de que la educación
es uno de los pilares del desarrollo en la sociedad, entonces no hablamos de
cualquier cosa y no cualquiera debería ser profesor. Es decir, tendríamos que estar
seguros que quienes aspiran ser
profesores en verdad tengan las habilidades, conocimientos, actitudes o
competencias si se quiere para desempeñar esta función.
Convengo en algo con los normalistas, y es
precisamente sobre su reclamo, no con las formas en que pretenden hacerse
escuchar, sino con la idea. Estoy de acuerdo con ellos, a los egresados de las normales se les debe de dar una plaza
automática, y no únicamente en Morelos, sino a todos los egresados en
el país. Estoy de acuerdo. Sin embargo mí propuesta no para aquí, la desarrollo
a partir de la siguiente contrariedad.
Con el Concurso Nacional para el Otorgamiento de Plazas Docentes ha pasado lo siguiente. No
son pocos los recién egresados que presentan su examen y no obtienen un buen
lugar en la lista de prelación que les facilite trabajo, lo que en términos de
la SEP y el SNTE quiere decir que no son candidatos idóneos para esos puestos
de trabajo, ojo que no defiendo este mecanismo de selección. Pero la ironía
resulta cuando reflexionamos acerca de la función que cumple las normales del
país al titular a sus egresados, esto quiere decir que ya son capaces de
cumplir una función frente al grupo. ¿A quién hacer caso, a los mecanismos de
titulación de las normales o a los resultados del examen?
De allí que propongo que a todos los egresados
se les brinde una plaza automática, pero atención, haciendo que los mecanismos
de titulación actuales incorporen dicho examen. Aumentando la rigurosidad en el
proceso de titulación podríamos tener egresados con título de licenciados en
educación así como un empleo, sin dejar de lado también el proceso de ingreso que
es nodal para que el sistema no malgaste recursos en candidatos que no reúnen los
requisitos para ser profesor.
Por último, los normalistas de Morelos tienen razón, hay que brindar empleo a los egresados de las normales, la tónica de la reforma es esa ¿qué no? Los méritos ante todo. Pero tenemos que asegurarnos que esos egresados sean en verdad los licenciados en educación, los profesores que las escuelas necesitan, no porque lo diga un único examen sobre el planes y programas sino por todo el proceso riguroso de formación inicial y titulación que deben existir en las Escuelas Normales del país, de otro modo no tiene caso licenciar a quienes no puedan ejercer. Esto último exige ante todo,
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