Breves reflexiones de un profesor en cuarentena: Maradona 1994, el arte de educar y la asimilación

J.I. Chavarín*

En 1994 Maradona dijo, “Me cortaron las alas”, mientras era retirado del partido contra Nigeria por una enfermera suiza, que fungió como verdugo para la albiceleste. Positivo a: pseudoefedrina; potente descongestivo, pero de poca utilidad para el regateo o los goles fuera del área. El vacío del astro argentino radicaba en que sería la última vez que pisaría las canchas de un mundial; algo tan arraigado a su identidad que le era imposible asimilar su final. Por eso reía cuando era sacado de ese estadio en Boston, ¿qué otra cosa se puede hacer al estar frente a la desgracia?

Un sentimiento semejante al de Diego ocurre con todos aquellos que practicamos el arte de educar, en cuestión de días pasamos de estar en un salón lleno de estudiantes a una pantalla digital. Ya sea impartiendo clases o recolectando evidencias. De una u otra forma también se nos arrebató una parte importante de nuestra identidad: la adrenalina manifestada en forma de burbujas estomacales cuando la inspiración nos llega, en esencia no es diferente a ese mítico gol frente a los ingleses. El maestro también llega a ser el centro de atención ante un grupo interesado, deseoso de aprender. En ese frenesí es cuando el docente saca a relucir sus alas: un actor empedernido que destroza su voz, la escuela se convierte en una especie de cancha y cuando la función es nata podemos sentir el diez en el dorsal.

Llevo más de dos meses encerrado en mi casa, mis días se han convertido en un ir y venir de: clases en línea, revisión de trabajos, cursos/capacitaciones digitales, algunas llamadas de estudiantes preguntando dudas, un café a media tarde, numerosos mensajes de estudiantes preguntando dudas, noches de películas de Woody Allen que solo vienen a reafirmar mis sueños frustrados de cineasta, trabajos nocturnos atrasados y algunas partidas con mi equipo de fortnite. Se extraña el trabajo en el aula. Si bien las clases en línea se han convertido en una herramienta eficiente, especialmente con los estudiantes de universidad, no puedo quedar satisfecho con ellas: un entorno más protocolario donde  poca cabida tiene la improvisación. Y es que, al igual que Maradona, las canchas se han ido. También sonrío de negación cada vez que se cambia la fecha de regreso a clases y me cuesta trabajo asimilar que las clases presenciales no volverán en poco tiempo, tan lejanas como Francia 98. 




*Asesor Técnico Pedagógico, maestro de preparatoria, cronista y director de cine frustrado.


Publicado en Escuela de Cristal

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