Argumentación y su función académica


J.I. Chavarín*

El empleo de la argumentación se considera primordial para cualquier investigación de corte académica por ser el sustento donde la hipótesis se configura, lo que lo ha llevado a convertirse en un concepto bastante arraigado en la práctica universitaria, más específicamente en la elaboración de tesis y ensayos, donde es necesaria la defensa de una premisa propuesta; sin embargo, también es común encontrarnos con un uso indiscriminado del mismo, una constante de facto que pocas veces nos atrevemos a reflexionar a profundidad. Damos por hecho su naturaleza hegemónica al grado de no hacer una distinción entre supuestos teóricos, basados en la recopilación de información, y premisas que han pasado bajo un proceso de construcción teórica y cuya evocación viene respaldada por un acervo bibliográfico o experimental congruente a los propósitos de la investigación. 

Lucia Obando Velásquez en su investigación El texto argumentativo en la vida académica universitaria: aproximación pedagógica(2011), marca que una de las grandes dificultades en la práctica de la argumentación en el nivel universitario se debe al empleo de ciertos modelos pedagógicos de corte cuantitativo, los cuales priorizan la acumulación de datos sobre la exploración e interpretación de los mismos:

Las prácticas pedagógicas, previamente señaladas, han contribuido a la pérdida de sentido de las tareas académicas y a la obstrucción del pensamiento crítico de quienes, en su calidad de estudiantes universitarios, asumen que todo saber que circula en las aulas es válido porque los textos y materiales lo dicen y porque es la voz del docente la que lo enuncia (p. 2).

La autora a su vez señala que dicho vicio no es propio del contexto universitario sino que este también está presente en niveles educativos inferiores, donde poco se explora el contraste entre lo expositivo y lo argumental, colocando a muchas supuestas producciones argumentales como un sumario de ideas con poca unidad:  “desafortunadamente, las instituciones educativas no registran ni en sus prácticas, ni en sus currículos una enseñanza sistematizada de la argumentación como manifestación del razonamiento humano y como producción textual que permita asumir responsablemente lo que se dice, se niega, se afirma, se discute o se defiende” (Obando, p. 12).

Al retomar las interrogantes: ¿qué es la argumentación? y ¿qué es lo que abarca una producción argumental?, y profundizar en su definición, así como en todo lo que conllevan sus límites, nos hace cuestionarnos si en verdad tenemos un dominio práctico de la argumentación; o bien, la estamos limitando únicamente al campo escrito y expositivo, pasando por alto ese ejercicio de razonamiento sustentado del discurso, planteado por Vygotsky a inicios del siglo XX, donde el principal propósito comunicativo está en las construcciones discursivas del lenguaje con suficiente respaldo teórico para llegar a la persuasión de una premisa previamente establecida.

Diversos manuales de redacción académica como:Manual para la elaboración de tesis de Berenice Ibáñez Brambila (2014) oel  Manual para elaborar trabajos de investigación documental escrito por Guillermina Baena (1995),  conciben a la argumentación como aquel razonamiento dentro los textos académicos en el cual se sustentan las premisas del emisor, mediante el correcto uso de diversas fuentes como lo pueden ser: datos, hechos o definiciones que tienen como principal propósito persuadir al receptor y validar las ideas planteadas de una forma coherente y verosímil en el texto de naturaleza académica.

El texto de carácter argumentativo busca convencer al lector sobre determinado asunto, por eso, es indispensable tener fundamentos y tener una base, o sea, un punto de vista central sobre un determinado asunto. Solamente así será posible convencer al interlocutor sobre tu visión. En los géneros argumentativos escritos, sobre todo, conviene que el punto de vista sea presentado de forma clara, luego al inicio del texto. De esta manera, a través de una argumentación objetiva y con diversidad lexical sostenida o defendida, se puede convencer al lector de lo que el emisor está defendiendo (Ibáñez, 2014, p. 78).

La función argumental aleja al texto de una faceta expositiva para llevarlo a una prepositiva donde no solo se está mostrando información, sino que también hay una tesis que busca demostrarse.

Quizás la coincidencia más importante entre los diferentes manuales de redacción, con respecto a la construcción de textos argumentales, sea la necesidad de establecer una serie de fuentes sólidas para la conformación del razonamiento y sustento en las premisas: un reforzamiento teórico para aquellas ideas que el locutor quiere dar a conocer.

Teodoro Álvarez en su obra Textos Expositivos-Explicativos y Argumentativos(2004) nos trata de dar una definición más allá del campo escrito de los textos de carácter académico: "La argumentación es una forma de convencer o de lograr la adhesión de un determinado auditorio apoyado en criterios racionales" (p. 47). La postura de Álvares deja ver cómo dicho acto de persuasión va sustentado dentro de los términos de criterios racionales, dejando de lado los límites de lo escrito (o del plano académico) para llevarlo a cualquier contexto discursivo, siempre y cuando exista una base teórica lo suficientemente fidedigna para validar la postura. Hay una separación muy marcada entre los preceptos estables y aquellas demagogias sin sustancia. Para el autor el ejercicio argumental se da de forma similar en la oralidad y en la escritura, diferenciándose principalmente en las estructuras discursivas propias de cada uno, pero coincidiendo en la función lingüística de la persuasión dentro del mensaje.

Cuando Álvarez emplea el término de convencer va más allá de mostrar una serie de sustentos para plantear una idea en particular, se refiere a toda construcción discursiva que parte de la visión del mundo del locutor y que posteriormente es presentada a uno o más interlocutores mediante un canal oral o escrito; dejando al descubierto el ¿por qué de su premisa?, así como las razones necesarias para persuadir, siendo lo anterior una de las funciones más complejas de los procesos comunicativos por cruzar los límites de solo transmitir información.

En búsqueda de entender ¿cómo funciona el razonamiento lógico de la argumentación? Diversos autores como Inhelder o el mismo Piaget han postulado que la competencia del razonamiento lógico tiene una naturaleza progresiva y constante, la cual  si bien se obtienen desde el nacimiento esta se va desarrollando a través de la internalización de las acciones adquiridas, reflejando en cada nueva habilidad un desarrollo operacional que sigue una tendencia gradual, complejizándose conforme aumenta su uso (Inhelder y Piaget 1958).

Siguiendo la anterior línea cognitivista, Cárdenas Páez en su artículo Hacia una didáctica de lo analógico: lengua y literatura (2007) toma a la argumentación como una garantía de la puesta en escena del lenguaje, donde las operaciones cognitivas se van desarrollando conforme la composición y el razonamiento de los conocimientos aumentan, permitiéndole al locutor apropiarse de ellos y construir argumentos  orales o  textuales  necesarios para comprobar una premisa, nacida de las mismas operaciones cognitivas que ya se han interiorizado. Lo anterior viene a convertir a la argumentación en un punto de confrontación entre: lo ya establecido y aquello que se quiere dar a conocer. Páez aclara que antes que nada, primero debe existir una persuasión interna antes de poder pasar a la oralidad o a la escritura, el locutor debe estar seguro de su premisa antes de poder compartirla.

 A manera de conclusión, y retomando las diferentes posturas analizadas a lo largo de este apartado, tanto las que priorizan un carácter  académico y formal como aquellas que se enfocan a una necesidad discursiva o cognitiva dentro de un plano social, pudiésemos situar a la argumentación como la formulación de razones viables para sustentar o refutar una afirmación o idea; capaz de emplearse en diferentes contextos comunicativos donde la persuasión es el eje medular de la intención comunicativa.

Finalmente, se puede mantener que el propósito principal de la argumentación en el plano académico (principal contexto donde situamos esta investigación) es abogar por una premisa; para ello son necesarios aspectos discursivos que brinden los efectos de: defensa, ataque, convencimiento, diálogo, etcétera, los cuales deben emplearse a medida que se necesiten, cuidando que dentro de ellos exista una base teórica sólida.


*Asesor Técnico Pedagógico, maestro de prepa, cronista y director de cine frustrado.




Bibliografía

ÁLVAREZ, T. (2004).Textos Expositivos-Explicativos y Argumentativos. Didáctica (Lengua y Literatura), Madrid: Publicaciones de la Universidad Complutense.
CÁRDENAS Páez, A. (2007). Hacia una didáctica de lo analógico: lenguaje y literatura. Revista  Pedagogía Y Saberes, 27, 45-54.https://doi.org/10.17227/01212494.27pys45-54
IBAÑEZ, Berenice (2014).Manual para la elaboración de tesis de Berenice. México: Editorial Trillas.
OBANDO, Lucila. (2011).El texto argumentativo en la vida académica universitaria: aproximación pedagógica. Diciembre 14, 2018, de Universidad Javeriana Sitio web:https://media.utp.edu.co/referencias-bibliograficas/uploads/referencias/ponencia/lucila-obando-argumentacion-vida-universitaria-1pdf-PNBzA-articulo.pdf




Publicado en Escuela de cristal

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