AYOTZINAPA Y EL LETARGO CIUDADANO
Por Oscar Isaac Corral Arias
Seguimos con la duda, con esa incertidumbre sobre una situación que deja al descubierto la ineficacia y la ineficiencia para hacer justicia en nuestro país. Seguimos esperando noticias sobre el paradero de los más de cuarenta jóvenes normalistas de Ayotzinapa.
Seguimos con la duda, con esa incertidumbre sobre una situación que deja al descubierto la ineficacia y la ineficiencia para hacer justicia en nuestro país. Seguimos esperando noticias sobre el paradero de los más de cuarenta jóvenes normalistas de Ayotzinapa.
El caso sobre los jóvenes normalistas y el seguimiento que se le ha dado desde los medios de comunicación, el poder judicial y la política mexicana muestran síntomas de una forma de organización decrépita de nuestro país. Quizás los hechos se enmarcan en un tiempo y espacio determinado, pero sus consecuencias no. La situación rebasó al Estado y ahora, más que nunca, se encuentra obligado a brindar un respuesta a las demandas que hace la sociedad.
En esta misma idea, las consecuencias de lo
sucedido en Guerrero ponen de manifiesto también la forma en cómo la sociedad
ha reaccionado a un hecho que indigna no solo al país, sino al mundo entero. Es
inaceptable que un gobierno que se define “democrático” existan actos
represivos como los ocurridos en Iguala. Aún más, el hecho de que el mismo
alcalde, en acuerdo con grupos
criminales, administrara el municipio. Pero eso no es lo indignante, lo
verdaderamente increíble es observar cómo nuestra sociedad asume una postura
pasiva, permaneciendo como un mero espectador ante masacres abominables.
La voz se empieza a escuchar pero aún no es lo
suficientemente fuerte para que nuestros gobernantes, nuestra policía y todos
aquellos que permanecen distantes; escuchen y reflexionen ¿sobre qué? No lo sé,
pero se podría empezar sobre cómo se hace gobierno reconociendo que existen
fosas repletas de cadáveres sin identificar, o bien, sobre cómo la policía -en buena parte- trabaja a la par de la propia
delincuencia. Y si las ideas se acaban, se pudiera dialogar sobre el trato
político que se hace de situaciones tan delicadas como esta.
Es curioso observar la indignación mundial, las
expresiones de solidaridad para con los jóvenes normalistas en las diferentes
instituciones educativas del extranjero y notar el poco respaldo que tienen de la
propia sociedad mexicana. ¿Acaso nos estamos acostumbrando al alto número de
homicidios? ¿Los jóvenes normalistas se lo tienen bien merecido? ¿El gobierno tiene
responsabilidad en el asunto?
La sociedad parece haber olvidado que el poder
reside en él, que sus reclamos deben ser escuchados y sus exigencias atendidas.
Hay mucha presión sobre el caso de los
jóvenes, tanto que el gobierno está obligado a esclarecer los hechos y hacer
justicia. La credibilidad del gobierno se pone en entredicho cuando no resuelve
las situaciones que lo ponen al límite de su capacidad. De la sociedad podemos
afirmar algo similar, sí seguimos tolerando hechos como estos mandaremos el
mensaje equivocado a los gobernantes y toda clase de entes delincuenciales y
corruptos. Seguiremos afirmando esa crónica apatía e indiferencia ante los
males sociales que aquejan al país.
¡Basta ya de situaciones hipócritas y mediocres! Cómo se justifican aquellos que con mil excusas se deslindan de sus responsabilidades morales y sus deberes civiles y en cambio se manifiestan a favor de los propios gobernantes, con sus bonitas playeras coloridas, haciendo toda clase de eventos "sociales", "culturales", "deportivos" que en el fondo terminan por ser verdaderos ejercicios de simulación ciudadana.
¡Basta ya de situaciones hipócritas y mediocres! Cómo se justifican aquellos que con mil excusas se deslindan de sus responsabilidades morales y sus deberes civiles y en cambio se manifiestan a favor de los propios gobernantes, con sus bonitas playeras coloridas, haciendo toda clase de eventos "sociales", "culturales", "deportivos" que en el fondo terminan por ser verdaderos ejercicios de simulación ciudadana.
El reclamo por la aparición de los 43 jóvenes
normalistas no lo mueve bandera política alguna. El estandarte es la demanda de
justicia y, la crítica hacía las formas arcaicas de hacer gobierno el bastión.
¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!
¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!
Solidaridad.
EXACTAMENTE!!!! CUANTO MAS TIENE QUE PASAR PARA QUE LA SOCIEDAD UNIDA EXIJA AL GOBIERNO CUMPLA CON EQUIDAD, IGUALDAD, JUSTICIA Y RESPETO A LA VIDA?
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